Ciclovia
Yucatán

De qué va la ciclovía

Sabemos bien los beneficios que la iniciativa de ciclovía traería consigo, pero en su aplicación hay muchas lagunas y errores, opina un experto en Urbanismo.

Aunque es un tema bastante amplio, la discusión sobre la ciclovía ha llegado a algo más que solo algo por opinar, pues muchos otros asuntos vinculados con la ciudad que deberían ser parte de la discusión y que también son responsabilidad de la autoridad, están haciendo caso omiso o parcial, en el mejor de los casos.

El arquitecto y urbanista David Sosa Solís defiende sin objeciones la iniciativa de redistribuir el espacio público, es decir, disminuir el espacio de tránsito que se había  destinado a los automotores y reasignarlo para bicicletas, peatones y cualquier movilidad alterna.

El asunto es, que aunque es amplio el consenso sobre la necesidad de reducir la circulación de autos particulares para hacer de Mérida una ciudad más amable, más humana, la aplicación de esta iniciativa no ha gustado a todos.

Infinidad de opiniones se han hecho notar, ya sea para alabar o criticar, desde arquitectos, diseñadores y urbanistas, hasta opositores al gobierno que intentan generar revuelo, quienes ven afectados “sus intereses” por el derecho a una “movilidad libre”.

Promover el uso de la movilidad alternativa y reconquistar el espacio público que durante muchos años ha favorecido injustamente al automóvil y ha hecho menos a cualquier otro medio distinto a este es indispensable para que Mérida evolucione.

“No se puede estar en contra de desatascar las calles de autos en favor de peatones, transporte público y bicicletas”.

El experto en urbanismo enfoca sus cuestionamientos en los que considera tres faltas fundamentales: de transparencia, de jerarquización y de una visión integral.

Sosa Solís aclara de nuevo que no está en contra de la iniciativa en favor de los ciclistas, pero reclama atención para otras obras de movilidad urbana pendientes.

Según cifras del Inegi, el 39.4% de los yucatecos tiene al menos una bicicleta en su casa, un porcentaje elevado, el más alto del país, comenta.

“Sin embargo, habría que considerar que el porcentaje de personas con dos piernas funcionales es mucho mayor. No tengo el dato, pero debe estar arriba del 98%”.

Para el experto, existe un rezago enorme hacia los peatones (“muchos somos ciclistas, pero todos somos peatones”, dice) y habría que resolver eso primero, ya inmediatamente después podrían venir los ciclistas.

No hay aceras, podría decirse que la que está en “mejores condiciones” es la de Paseo de Montejo y aun así, esta avenida no cumple con las condiciones mínimas para que una persona pueda caminar con seguridad, porque las raíces de los árboles y el paso del tiempo han deformado la superficie.

Lo que realmente hace falta si es que esta nueva iniciativa permanece, sería el poner árboles a lo largo de todo el carril de la ciclovía, esto permitiría que la vegetación disminuya de dos o tres grados la temperatura y así los ciclistas podrían pedalear en la sombra.

Sosa Solís concluye: la discusión no es sobre “el qué”, porque ya es tiempo de que Mérida, por cuyas atestadas arterias circulan todos los días más de 680,000 automotores, se suba a la bicicleta.

“Los ejemplos están ahí, solo hay que asomarse”, señala. No hay argumentos válidos para oponerse a la bicicleta como medio alternativo de transporte en Mérida, simplemente es que la iniciativa es buena, tan solo es que le hizo falta planeación y estudio previo

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